sábado, 28 de septiembre de 2013

Virgen.

Todo es confuso, increíble, algo que nunca olvidaré, te lo contaré, espero que me creas por que ni yo tengo la certeza de esto.

Habíamos bebido de más, toda una botella de champagne,, no recuerdo qué nos llevo a beber, parecía que habíamos estado llorando por horas por que recuerdo tus ojos hinchados, me contaste cosas tuyas y yo te conté cosas mías y tal parece que no te conocía demasiado bien, te abracé y mi abrazaste, no sé qué paso creo que te dormitaste en mis brazos y creí que ahí había acabado nuestra borrachera, estaba son semejante mareo que no pude llegar hasta la otra habitación y regresé a la tuya, que parecía menos peligrosa, estabas en la cama con la blusa entre abierta, no preste mucha atención, pensé que no tendrías nada que no me hubiera emocionado antes, sin embargo, mujer, estaba en una equivocación.

En la botella todavía quedaba lo suficiente para un par de copas más y las bebí sin pensarlo, provocando así mi total e irrefutable estado de ebriedad, me acosté a tu lado y te reíste, después de todo, no estabas tan inconsciente, te pregunte de qué reías y me dijiste que de mi, después con una total inocencia te despojaste de tu pantalón dejando al descubierto tu curvado trasero y con otra risita dijiste que tenías calor que yo debería quitarme ropa también, me reí y con torpeza me quite el pantalón nunca hubiera imaginado lo que iba a pasar después, yo que ingenuamente pensaba que eras el ser mas inocente con el que yo trataba.

Dormite un rato, en todo momento manteniendo en mente lo mucho que me gusto verte la piel, blanca, lechosa, suave... sensual, pensando en las ganas enormes que me dieron de tocarte, de acariciarte... donde nadie mas ha explorado y sin más mi mano recorrió tus piernas sorprendiéndome al notar que eran muchísimo mas suaves de lo que yo pensaba, toque tus glúteos descubiertos, recorrí la pequeña pieza de lencería negra, y la jalé un poco dejando al descubierto tus rizos negros, tocándolos... tan suaves, subí mi mano y acaricie la longitud de tu abdomen, parecía que dormías pero una pequeña sonrisa se dibujo en tu rostro y supe que disfrutabas tanto como yo, con lentitud tome uno de tus pequeños pero maravillosos montes rosados y lo apreté suavemente rodeándolo con las yemas de mis dedos, me entretuve ahí unos minutos disfrutando de las sensaciones que provocabas en mi, baje nuevamente mi mano a tu delicado monte de rizos y adentre un poco mis dedos hasta tocar tus pliegues que ahora se encontraban húmedos, moví mis dedos primero lentamente sobre ese pequeño bulto que sobresalía un poco de tu feminidad, estabas excitada, lo notaba en mis dedos acuosos, en el dulce olor que tu cuerpo expedía, y sin más, culmine con el espacio existente entre tu y yo y bese primero tu delicada clavícula, besando, lamiendo, succionando y ¿por que no? también mordiendo tu piel casta y sin poder resistirme mas baje mas hasta probar tus hermosos senos, sonrosados, primero acariciando la magnitud de ellos con delicadeza prosiguiendo a lamer las puntas dispuestas, a succionar hasta sentir que te retorcías debajo de mi, pase de largo hasta tu ombligo y deposite un beso ahí, para que no me olvidaras, baje más y sintiendo la suavidad de tu vello y notando el dulce de tu olor besé tus labios, y así abriéndolos primero con la lengua y después ayudándome con los dedos succione tu sensible brote, con ganas, saboreando tu esencia entre dulce y ácida ¡qué combinación!

Tu cuerpo y mi cuerpo se acoplaban perfecto, para lo que eramos, un ser extensión del otro, que sensación tan temporal y sin embargo muy dentro sabía que sería permanente.

Con un suspiro, con un gemido y supe que habías culminado, tenías el rostro sonrosado, los labios rojos sangre de tanto que los mordías y tu ojos cerrados, quizá apenada, no podía permitirme que sintieras vergüenza, no de algo tan perfecto como el acto carnal, algo tan necesario como respirar, sin embargo en contraste, eras el ser mas adorable que jamás hubiera visto con tu pelo negro azabache adornando las almohadas, con la seda de tus sabanas enredada en tus magnánimas piernas, lechosas y suaves,... no podía dejar de verte, no podía creer que toda tú estuvieras dispuesta para mi...entonces abriste tus enormes ojos oscuros y sin poder resistir más me devoré tu boca saboreando tus carnosos labios, aumentando nuevamente el calor, la excitación, el deseo; te miré y comprendí en ese mismo instante de locura que aún me deseabas y sin más acostada en el mullido colchón fuiste mía, como de nadie más.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Desaparecer no sería mala idea.

Querida soledad:
me has sido tan cercana últimamente, tan necesaria y fiel, que me he mantenido a tu lado, necesito de ti como nunca he necesitado de nadie, de tu inquebrantable silencio y de tu infinita paciencia para conmigo, detalles que nadie nunca ha tenido conmigo; solo tú me escuchas y me comprendes, con esa necedad tuya de mantener a mi lado, que agradezco, por supuesto, a veces el recuerdo me quiere engañar haciéndome creer que realmente extraño a alguien mas, que tonta soy mi querida soledad, solo tú me eres completamente necesaria, no sé con cuanta frecuencia he pensado qué haría yo sin ti después de que tanta gente me haya decepcionado, que la vida misma, a veces, me decepciona también.
Por favor sol, no me consideres pesimista que yo sé que la vida aún tiene muchas por ofrecerme sin embargo por hoy no me regales de tus rayos.