martes, 21 de abril de 2015

Otra carta. (sí, a ti blue)

Hola. ¿Estas ahí? ¿Seguirás leyendome? Es muy probable que no. Aunque no estoy segura por que ya no te conozco...
Hubo una parte de mi hace tiempo que quiso buscarte pero la otra parte la convenció de que ya no valía la pena después de todos los rechazos. ¿qué te digo? Ya sé que no te gusta que te digan tus verdades pero igual sabes que fuiste infantil y ególatra al pensar que te buscaba por que eso era el propósito de mi vida, sonaste mal, por que el rostro hace mucho que dejé de vertelo. Gracias a Dios por que si no, no te diría nada. No creo que merezcas ser recuerdo pero heme aquí escribiendote como hace mucho no hacía. Ya sé que no me leerás. Igual te sigo dedicando la carta (o amago de ella).
Sólo quería recordar cómo era escribirte de vez en cuando y leerte como antes... Sigues escribiendo mal, pero eso no es lo que me sorprende. Me sorprende el ahínco con el que te aferras a algunas personas y la indiferencia con la que te deshaces de otras y que te preguntes si eres una mala persona. No cariño, no lo eres. Solo eres ególatra e infantil como ya había dicho pero tampoco te lo tomes a mal. No te odio. De verdad que no. Te invito a ver una pelicula. ¿lugar? Tú en tu casa y yo en la mía. Te invito un café, el lugar es el mismo. Te invito a comer. En fin, que ese lugar sea nuestro lugar de encuentro. No te voy a incomodar si mastico fuerte o si trago recio o si el chisguete (amo esa palabra) de orina que se escucha en el eco del baño resuena hasta donde estes, tampoco me vas a escuchar hablar en sueños o enojarte si me acabo las palomitas antes de tiempo, tampoco te voy a molestar si hablo fuerte o de cosas acerca de sexo. No te preocupes por mis tatuajes o mis malas palabras o mis sueños de loca. Ya no tendrás que ver mi rostro ni por las mañanas, ni las tardes o las noches. No lo verás a los veinte años (eso es seguro) tampoco a los treinta, ni a los cuarenta. No tendrás que verme nunca y solo tendremos en común que a la misma hora vimos una película o tomamos té o nos rascamos los ombligos. Eso será lo único que tendremos en común por que ya no escuchamos. Ni vemos. Ni tocamos, ni cantamos las mismas cosas.
Me alegra. No sabes cuánto. Que seamos tan diferentes. Tan distantes (de aquí a cuatro cuadras y media), que nos llenen cosas distintas y nos ahoguemos en diferentes vasos, que nos susceptibilicen diferentes cosas y nos besen diferentes labios. Te quiero pero no como antes. Te quiero menos y mas. Te quiero alejada. Te quiero amputada de mi. Y si algún día dejas tus pendejadas de infante. Llámame por que aunque no te estaré esperando igual podemos tomarnos algo a la misma hora y en el mismo lugar del reencuentro.  

jueves, 9 de abril de 2015

Un día vi a una vieja francesa con oxfords verdes en la plaza, eran hermosos, nunca me habían gustado tanto unos zapatos, aunque eran normales, ordinarios, usuales, corrientes.
Así eras tú, eras como unos zapatos verdes cualquiera, me gustabas por corriente, no tenías nada diferente, eras hasta vulgar con tu 1.80 de estatura, con tu barba, con tu voz gruesa, eras como un zapato común, eres un zapato con mierda.
Mucha gente es como tú, aunque no cualquiera como unos zapatos verdes, eres quien debes ser aunque pises mal, aunque a veces te dejes usar por muchas viejas francesas en la plaza y me gustas, así de usado, así de verde.
La vieja francesa te llevo lejos, hasta donde mi vista ya no pudo ver su paso, hasta donde los zapatos verdes se fueron y la francesa me arrebato la oportunidad de seguir alimentando mi lado voyerista observando con cuidado cada pliegue de aquellos bonitos zapatos verdes. Nunca me ha gustado el verde o los oxfords pero a esos bonitos zapatos verdes nunca los pude usar por eso quiero esos y ningunos más.

domingo, 5 de abril de 2015

Escupí sangre.

Estoy fumando sola.
Recaí.
Estoy en la azotea y tengo frío.
Pienso en la mucho que quiero irme y me siento inválida, siento como si me hubieran arrancado las piernas y me estuviera arrastrando por el mundo, aquí en este que tiene 2 por 2 punto treinta, aquí donde se ahogan las margaritas en agua y las velas están encendidas toda la noche y se rezan cosas que no entiendo y se llora en silencio.
Ya no siento el culo, el ladrillo no es cómodo, me voy a dormir aquí.
No sé si quiero escuchar a la gente ladrar adentro o si quiero oler los orines de la perra o si quiero ver los ojos rojos del adicto al resistol que vive abajo, no sé si quiero dormir una hora y después estar en vela escuchando los encolarizados chidillos de la hija de mi madre.
Hoy es uno de esos días; hay suicidas por todos lados, menos en este pueblucho de mierda, todos somos cobardes, además no hay puentes suficientemente altos; yo conozco uno, pienso todos los días en él, en si me estara esperando, me conoce, le he hablado un par de veces, pienso también en si le molestara la finalidad para lo que quiero hacer con él.
Dejo el cigarrillo a medias.