jueves, 30 de julio de 2015

El gato no siempre come lenguas.

No siempre tengo qué decir.





(sí, a pesar de mi personalidad imprudente e impulsiva. errática y neurótica, rebelde y escandalosa, llorona y gritona; no siempre) 

Tarde. (mierda)

Recordé nuestra cita algo tarde, aún no había lavado los trastes, el suelo estaba sucio y la cama estaba sin tender, estaba segura de que había dos o tres prendas regadas por el suelo y como siempre mi escritorio estaba hecho mierda.
Suspiré.
Guardé mis cosas en la mochila, la puse en mis hombros, ajuste mis tenis viejos a mis tobillos débiles y corrí; haciendo memoria, sintiendo el aire entre las hebras del pelo y la resequedad de la boca me di cuenta de que nunca observé mi alrededor, inconsciente de mi entorno, ni siquiera me importó volarme mi propia barda al darme cuenta de que no traía llaves, no me importó romper mis medias, nunca me importaba que tu causa arruinara mis prendas, y tu recuerdo se posaba entre las líneas invisibles de cualquier paisaje, te leía como cualquier cosa, ávida de saber qué tenías que decirme, intentaba estúpidamente verte y leerte antes de que tu imagen se materializara siquiera.
Te quise siempre, te quise antes de saber que te quería, y por eso te esperé, ahí sentada en mi sala, con mi cuarto limpio y con la comida caliente, pero ya jamás llegaste, ni llegarás, quizá me di cuenta tarde, como siempre, mi hora va mal.
Tomé el telefono y marqué su número, sin embargo, no fue necesario contarle nada, la derrota es muda. 

VeoVerde.

Ya no diferencio entre noventa minutos y dos horas.
Ahora entiendo por qué tengo ansiedad.
Me muerdo las uñas, me muerdo los labios, fumo y como en exceso.
Imagina esto:
Son las tres de la mañana, !Dios¡ es ahora cuando pienso en la inmortalidad del cangrejo y en cuán estúpido es poner a alguien "equis" a imaginar "ye" cosas... en fin, estás dormido, completamente muerto pero por alguna cosa de la vida te da comezón el cuerpo, no el cuerpo solamente, no solamente una comezón cualquiera, es el cuerpo entero, es una comezón verdadera, los parpados te pican, el cuero cabelludo, las plantas de los pies, las rodillas, la espalda, cualquier cosa que tenga contacto con la sabana y obviamente no hay dedos que te alcancen, no puedes rascarte dentro del ojo pero puedes rascarte el ya infectado oído que está así por habértelo picado incesantemente cualquiera de las otras noches anteriores, te pican las tetas, por que sí, los hombres también tienen tetas, y te pican la vagina o el pito, por que no hay centímetro de piel que se salve, ya hay pedazos de tu existencia que ni siquiera parecen piel, medios rasgados, sangrados, ya con costra, tienes que parar y lo sabes, pero sigues sintiendo está comezón tan hija de puta.
Las horas no alcanzan tic-tac, tic- tac, ¿quien decidió que el sonido de las manecillas era ese? suena más a un constante pum, pum, pum, pum, que te retumba en el oído (en el que escuchas, o sea el que no esta infectado) y se siente debajo de las uñas, donde punza y sangran ... retumba dentro de tu ojo haciendo eco en el tick que hace bailar la ojera de aquel corriente color morado y hace que todo parezca aún más lento, o más rápido, dependiendo de cuanta comezón te quede o cuánto sudor siga saliendo de debajo de tu ya de por sí, sucio cabello, de repente las sabanas parecen sogas y te atan, se amoldan a tu cuerpo como segunda piel, falta la respiración.
¿No es extraño que la gente siga creyendo en las ovejas para dormir?
¿En qué cree la gente hoy en día? debería de saberlo una anciano como yo, pero no sé si soy anciano o si debería de saberlo, tic-tac, pum, tic-pum, pum-tic... una oveja, dos ovejas, tres ovejas, una calada, siete ovejas, diez caladas, el cigarro ni siquiera sabe bien, siempre me he preguntado por qué fumo, pero me consuela creer que es por que me calma aunque el tick en el ojo siga y las sabanas sigan ahogándome, mi cama seguido se convierte en mar, a veces lago, a veces charco, pero siempre mojada a veces solo por pensar en ti. Tic-tac.
Extraño, extraño tú,extrañando-té extraño todo. Me gustaban la forma de sus dientes, y la forma en como recorrías los lentes con tu índice, pero la verdad no, nunca me gustaron tus dientes, pocos dientes me gustan.
Espero mientras me muerdo los labios, ya sangran y la boca me sabe a hierro, el pelo no deja de crecer ¡para! miro de reojo pero sigue ahí milímetro a milímetro, recorriéndose, burlándose de mí, ¡que suerte la de los calvos!
Perdí la cuenta de las ovejas, el fondo es negro y todas ellas eran negras, quizá deba contar otra vez pero no sé por qué cuento o sí debería contar, ni siquiera recuerdo si sé contar.... tres caladas, veintisiete, el tren se va, no me voy, ahí no dejan fumar, cuarenta caladas, los pantalones me quedan cortos y siempre tengo frío en los tobillos, es por eso que quizá son débiles, siempre temen romperse como el hielo.
No conozco de tiempo pero parece que ya se me hizo tarde.
La comezón sigue.

sábado, 11 de julio de 2015

Aún así, la vida sigue.

Sabes que todo esta jodido cuando piensas en regresar sobre tus pasos a pesar de todo.
Empiezas a frecuentar aquellos lugares donde fuiste miserable solo para poner el dedo en la llaga y sentirte otra vez vivo.
Te rodeas de gente fumadora y te besas con extraños o extrañas y finges demencia si los vuelves a ver.
Empieza a no importar nada y terminas siendo nada tú mismo.
Duermes en sillones ajenos, todos olorosos de cuerpos extraños pero esa ya es tu vida.
Un ente sin hogar vagando por los rincones en busca de alcohol, eres el divertido borracho de las fiestas. o el que pide un porro...
La vida siempre se va a basar en eso, en un equilibrio entre todas las cosas que tienes y que te faltan, entre los besos que diste o entre cuantos ramos de flores te han dado en tu vida.
Todo es tan estúpido; en algún momento todo pierde sentido.
y no importa si llegaste a la hora, o si en realidad no llegas, ¿a quien le importa? el día acaba contigo o sin ti, el café se enfría, el té mancha los dientes y todos somos adictos al refresco; achacamos nuestra estatura a un yogurth por que no podemos aceptarnos, y lo más jodido es que necesitamos creer que el amor es algo genético como el pelo rubio o los pies grandes, ¡Dios!
Las monedas de cincuenta centavos no tienen el mismo valor que en la infancia, donde, por cierto, las cosas tampoco eran sencillas, regresaría sobre mis pasos solo para golpearme las bolas bien duro. (si las tuviera, claro)
Dejaría las cosas exactamente iguales por que, aceptemoslo, nadie podría hacer el mismo trabajo de mierda que hacemos nosotros mismos por nosotros mismos.
Me dedico a valer verga, ese no solo es mi pasatiempo, es mi propósito en la vida.

He intentado dejar el tabaco pero por si a caso cargo un encendedor que ya con el tiempo ha tenido mis huellas marcadas en los costados, también sabe de mis amarguras y de mis malas decisiones, es el testigo de cuan fácil es para mí perderme.

...

punto y coma.



Tengo los dedos marchitos,
los ojos amarillentos,
la piel triste;
el único que esta aquí
es mi fiel cigarro,
encarcelado entre mis manos
o a veces entre mis labios
y muchas veces entre mis
desesperaciones.





lunes, 6 de julio de 2015

El híbrido defectuoso.

Tengo un tick en el ojo izquierdo, me palpita, me hiere.
Como este ir y venir, esta cansina rutina, ya hay un hoyo en el piso.
Malgasto todo mi cambio en cigarros, a veces te compro uno a ti también.
No sé sí inconscientemente quiero que mueras conmigo... o conscientemente.
Realmente no me importas tanto; ya no eres especial.
Cuando te conocí, solías ser la cobija remachada que tanto me gustaba,
la cobija gastada y aun así cálida, que yo me arropaba en las noches de desvelo
me sentía amada por esa cobija parchada, pero pronto la cobija dejo de calentar
y de la nada se hizo gato y aquella cobija vieja se fue a arropar
entre sus garras a otro regazos...  Ahora eras un gato, simple, llano, lleno de manchas
que buscaba el regocijo de la felicidad efímera de cualquier extraño.
Al principio no entendía por qué te ibas, pero es que yo no veía tu naturaleza animal,
aún así,
no ignoraba los vacíos que tenías que llenar y por eso siempre que regresabas,
yo te abría la puerta otra vez, deseosa de ese falso calor, y me veía necesitada como polilla
en la hiriente candela, porque no, ya no entibiabas mis recónditos abismos de cariño,
ya los llenabas y embarrabas de la arena que tenías guardada entre tus patas, de otros extraños;
empecé a odiarte pero no como tú me odiabas a mí, por que eso se sabe,
como se tiene certeza de muchas otras cosas materiales, que me odiabas,
pero ahora no por mi naturaleza animal si no por muchas cosas que en un principio
a
l
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s;
te seguía buscando entre las sabanas y dejaba que me hirieras por que así somos los solitarios.


miércoles, 1 de julio de 2015

Yo no escribo nunca a personas (no realmente).

Cuando era niña tenía miedo a todo y de todos, era imperativo para mis lagrimales estar siempre ahogados, era necesario para mis muecas la tristeza y para mi mente lo incógnito,
Soy esa niña perdida y chillona todavía, con el pelo más largo, con un cigarro en la mano, con la incertidumbre y la intermitencia del día a día pero a diferencia de antes, te tengo a ti, nos tenemos, yo como aquella inmensidad temorosa y temible al mismo tiempo y tú como aquella imperiosa rama que jamás se rendirá, te quiero como no tienes una idea, gracias por existir, simplemente gracias. 

No sé si somos opuestas o si con cada cosas que parece distinta nos complementamos pero hay, por supuesto, vacíos que solo tú puedes llenar.