domingo, 10 de julio de 2016

Lo que se lee difícil cuando vas por la calle y tienes prisa.

Soy triste mujer y luego nada.
voy como lento reptil,
con la oscuridad temblando 
con estas furias congeladas
Me dices palabras crueles 
pero en mí la bestia no se inmuta.

Teresa, oh mi Teresita!
tan sola, tan tonta, tan inocente
pulcra, virgen, joven, buena...
Mi Teresita tan pendeja...
en ti las bestias no se inmutan!

Ni los matices de gris opulento
que desdeñan la mañana
Ni cuando a parecen peligrosos detrás
de todos los insomnios, de los tuyos,
de los que se encajan como navajas, 
como abejas agitadas
detrás de los parpados y 
zumban también.

Son un recuerdo,
aguijón tras aguijón
pican a veces suave
 y luego retuercen con ganas,
se mueven  entre las pestañas
 y rodean las sienes.

Pero no Teresa, seguimos aquí, 
intento criar animalejos salvajes,
intento aguantar los golpes
 a las tres de la mañana
y decido entre llorar debajo
 de cualquier puente
o llorarte a espaldas.

Comienzo a creer que las abejas
 ya no son tan malas
porque tú eres el panal,
eso es aún más triste,
que me conforme
 con la miel de la herida

Compartimos los dardos,
cuando me abrazas por la espalda
o cuando te observo la nuca
sé que los ojos te punzan igual
pero tú ya tienes la costumbre del ruido.

Ay Teresa,
 tan linda,
 tan tierna,
 tan fiel,
tan pendeja.