Hubo una parte de mi hace tiempo que quiso buscarte pero la otra parte la convenció de que ya no valía la pena después de todos los rechazos. ¿qué te digo? Ya sé que no te gusta que te digan tus verdades pero igual sabes que fuiste infantil y ególatra al pensar que te buscaba por que eso era el propósito de mi vida, sonaste mal, por que el rostro hace mucho que dejé de vertelo. Gracias a Dios por que si no, no te diría nada. No creo que merezcas ser recuerdo pero heme aquí escribiendote como hace mucho no hacía. Ya sé que no me leerás. Igual te sigo dedicando la carta (o amago de ella).
Sólo quería recordar cómo era escribirte de vez en cuando y leerte como antes... Sigues escribiendo mal, pero eso no es lo que me sorprende. Me sorprende el ahínco con el que te aferras a algunas personas y la indiferencia con la que te deshaces de otras y que te preguntes si eres una mala persona. No cariño, no lo eres. Solo eres ególatra e infantil como ya había dicho pero tampoco te lo tomes a mal. No te odio. De verdad que no. Te invito a ver una pelicula. ¿lugar? Tú en tu casa y yo en la mía. Te invito un café, el lugar es el mismo. Te invito a comer. En fin, que ese lugar sea nuestro lugar de encuentro. No te voy a incomodar si mastico fuerte o si trago recio o si el chisguete (amo esa palabra) de orina que se escucha en el eco del baño resuena hasta donde estes, tampoco me vas a escuchar hablar en sueños o enojarte si me acabo las palomitas antes de tiempo, tampoco te voy a molestar si hablo fuerte o de cosas acerca de sexo. No te preocupes por mis tatuajes o mis malas palabras o mis sueños de loca. Ya no tendrás que ver mi rostro ni por las mañanas, ni las tardes o las noches. No lo verás a los veinte años (eso es seguro) tampoco a los treinta, ni a los cuarenta. No tendrás que verme nunca y solo tendremos en común que a la misma hora vimos una película o tomamos té o nos rascamos los ombligos. Eso será lo único que tendremos en común por que ya no escuchamos. Ni vemos. Ni tocamos, ni cantamos las mismas cosas.
Me alegra. No sabes cuánto. Que seamos tan diferentes. Tan distantes (de aquí a cuatro cuadras y media), que nos llenen cosas distintas y nos ahoguemos en diferentes vasos, que nos susceptibilicen diferentes cosas y nos besen diferentes labios. Te quiero pero no como antes. Te quiero menos y mas. Te quiero alejada. Te quiero amputada de mi. Y si algún día dejas tus pendejadas de infante. Llámame por que aunque no te estaré esperando igual podemos tomarnos algo a la misma hora y en el mismo lugar del reencuentro.
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