La lluvia caía tormentosa, quizá demasiado imperiosa, demasiado agresiva para un día de otoño cualquiera, cuando ni siquiera las noticias habían prevenido algo así.
Los sonidos de la computadora ya no parecían música, de verdad eran estruendosas esas gotas gordas.
Entonces aun con el sonido perdido de la música me dispuse a recoger mi habitación, abriendo por error aquella caja que dije que jamás iba a volver a ver, tenía todavía las fotos, los regalos y las estupidas cartas llenas del supuesto amor que se promete una pareja, tire todas las fotos y queme todas las cartas, ni siquiera eso valía la pena ¿por que la gente se enamora?
Realmente la idea de que estamos destinados a alguien ¿será cierta?, no puedo aceptarla, es decir, realmente a alguien le gustaría todo de mí, o todo de mí complementaría a alguien más, incluso mis defectos, ¿a quién le gustarían mis extrañas pijamas rotas? o mi amor incondicional por mi perra, por mi larga lista de música extraña, mis extraños cambios de humor y que me guste solo tener sexo de noche, quien aguantaría mis inseguridades, o mi gusto por las películas de terror, que me gusta el dolor, que odio el tamarindo, que duermo de mi lado, que no me gusta dormir abrazada, que tengo pantuflas de perros, y que definitivamente no soy tan femenina, ¿quien adoraría eso de mí? como se adoran las cinturas estrechas, los rasgos finitos, las estaturas pequeñas y los pies pequeñitos, no tengo nada de eso, soy una chica normal demasiado llena de defectos.
Prefiero los tenis antes que los tacones, me gusta mi pelo sencillo antes que con un tinte, me gusta mi boca aunque sea tan extraña, me gustan mis ojos aunque tengan el color más común del mundo, y me gustan mis brazos aunque estén gordos, y aunque odie a veces mi nariz ya la tengo, me gusta.
No espero a nadie que le guste todo eso de mí, no lo encontraré lo sé, por que el amor se acaba y por que para físicos no hay ciegos.
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