Cuando era niña tenía miedo a todo y de todos, era imperativo para mis lagrimales estar siempre ahogados, era necesario para mis muecas la tristeza y para mi mente lo incógnito,
Soy esa niña perdida y chillona todavía, con el pelo más largo, con un cigarro en la mano, con la incertidumbre y la intermitencia del día a día pero a diferencia de antes, te tengo a ti, nos tenemos, yo como aquella inmensidad temorosa y temible al mismo tiempo y tú como aquella imperiosa rama que jamás se rendirá, te quiero como no tienes una idea, gracias por existir, simplemente gracias.
No sé si somos opuestas o si con cada cosas que parece distinta nos complementamos pero hay, por supuesto, vacíos que solo tú puedes llenar.
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