jueves, 9 de abril de 2015

Un día vi a una vieja francesa con oxfords verdes en la plaza, eran hermosos, nunca me habían gustado tanto unos zapatos, aunque eran normales, ordinarios, usuales, corrientes.
Así eras tú, eras como unos zapatos verdes cualquiera, me gustabas por corriente, no tenías nada diferente, eras hasta vulgar con tu 1.80 de estatura, con tu barba, con tu voz gruesa, eras como un zapato común, eres un zapato con mierda.
Mucha gente es como tú, aunque no cualquiera como unos zapatos verdes, eres quien debes ser aunque pises mal, aunque a veces te dejes usar por muchas viejas francesas en la plaza y me gustas, así de usado, así de verde.
La vieja francesa te llevo lejos, hasta donde mi vista ya no pudo ver su paso, hasta donde los zapatos verdes se fueron y la francesa me arrebato la oportunidad de seguir alimentando mi lado voyerista observando con cuidado cada pliegue de aquellos bonitos zapatos verdes. Nunca me ha gustado el verde o los oxfords pero a esos bonitos zapatos verdes nunca los pude usar por eso quiero esos y ningunos más.

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