jueves, 21 de mayo de 2015

INVOLUCIÓN


Me gusta pensar en charcos
en que somos profundos como un charco,
en que nos ahogamos con un chisguete,
en que los renacuajos evolucionan
y les salen ancas y les salen ojos saltones
y croan alto; pero nosotros nos
mantenemos estancados en esta pila,
en este tinaco, aljibe, pozo, bebedero,
en esta jicara, en este casi vaso.
Somos como la bacteria verde
que se asienta en el florero de
la cocina, con los pétalos grasientos,
olvidadas, junto con un retrato viejo.
Somos una plaga que recorre las
espinas de la rosa ya muerta.
Fuimos de lado al lado del cristal
encontrándonos a nosotros mismos
y también nuevas formas del límite.
Ya no volteamos al cielo
por que hoy en día ya nadie tiene
fuerza en la cabeza.
Ya no hablamos, intentamos abrir la boca
para ver si caen nuevos insultos o comida.
Somos dependientes y nos alimentamos
de ideas ajenas.

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